jueves, 29 de agosto de 2013
El caso de los bombones envenenados, de Anthony Berkeley
Al leer a Paco Camarasa en la contracubierta de El caso de los bombones envenenados que esta es “una de las tres mejores novelas del género policíaco de todos los tiempos”, el escepticismo prevalece. Y eso que ya conocemos a Anthony Berkeley por la muy simpática El misterio de Layton Court y que Camarasa es una persona de la máxima fiabilidad y conocimiento. Pero estas hipérboles no suelen hacer justicia. Sin embargo, cuando unas pocas horas después, tras permanecer secuestrados por Berkeley, volvemos a leer esas palabras, tenemos que admitir que no sabemos si será una de las tres mejores de la historia, pero desde luego es una de las mejores que hayamos leído nosotros.
El libro comienza con la presentación de un club de criminólogos aficionados que se disponen a resolver, por puro juego intelectual, un crimen bastante tópico que es narrado en los primeros capítulos de manera sucinta. Hasta aquí nada extraordinario. Pero a partir de entonces comienza a enredarse la endiablada trama ideada por Berkeley en la que no hay investigación propiamente dicha, sino que cada miembro del club expone sus teorías sobre la identidad del asesino, convirtiendo al lector en un miembro más del club que debe resolver el enigma con las mismas pistas de las que dispone el resto de los personajes.
A nivel formal, la maestría de Berkeley se manifiesta en cómo cada teoría se ajusta a la personalidad del teorizante. El abogado es práctico y sensato; la dramaturga es melodramática y tendente a los clichés; el escritor de novelas policíacas enrevesado y calculador... Pero resulta que cada uno de ellos resuelve el crimen de manera inequívoca. Todo cuadra, todas las pistas conducen a un sospechoso determinado. Si no fuera porque suena pomposo tratándose de una novela de detectives puramente gozosa, se podría considerar una novela metafísica y postmoderna... Así que no, mejor dejémoslo en que es un brillantísimo juego de ingenio.
Berkeley, que domina las normas del género como si lo hubiera inventado él, se sitúa siempre por delante del lector, que cuando cree que ya tiene la clave del misterio, comprueba que sus teorías no tienen más sustento que la pura especulación. Y eso que Berkeley nunca hace trampas, se inscribe más en la línea de Dorothy L. Sayers que en la de Agatha Christie. A propósito, que toda la novela se estructura como esos capítulos finales de Christie en los que el detective reúne a todos los sospechosos y deleitándose alarga el desenlace. Pero aquí no habrá cartas sacadas de la manga, sino un final tan anticlimático como inevitable.
Editorial Lumen
Traducción de Miguel Temprano García
Libros para todos
miércoles, 28 de agosto de 2013
La tentación de la inocencia, de Pascal Bruckner
La tentación de la inocencia es uno de esos libros en los que el lector se encuentra a
sí mismo dando cabezadas constantemente. Pero no por aburrimiento,
sino como signo de asentimiento. “¡Cuánta razón tiene!”, se
repite constantemente. Porque es cierto que muchas de las tesis que
defiende Pascal Bruckner ya las habíamos pensado antes, pero es
difícil encontrarlas tan sistematizadas y bien articuladas como en
este ensayo.
Otro libro con el mismo
tema y un título más explícito es La cultura de la queja, de
Robert Hughes. Ambos critican una sociedad en la que todo el mundo se
ha convertido en víctima como medio de eludir la responsabilidad
individual. “Yo no tengo la culpa”, “el universo conspira
contra mí”, son excusas habituales que se escuchan como débil
defensa ante comportamientos que van del infantilismo a la barbarie.
Hay grupos para todos los
gustos, nos dice Bruckner, que se esconden tras agravios históricos
o contemporáneos, reales o imaginados, para poder así justificar
una actitud de niño pequeño (lo quiero todo y lo quiero ya, es mi
derecho), o unas reivindicaciones sin más soporte que el derecho de
compensación. Pero incluso esta postura se lleva al extremo de la
individualización. Todos somos víctimas, todos somos sujetos de
acoso y maltrato. Todos somos irresponsables.
A veces se puede caer en
la paradoja de la queja de la queja. Los “reivindicativos” pueden
ser tan enojosos que nos obliguen a entrar en su juego. Pero Bruckner
evita las trampas con un discurso perfectamente elaborado, una
cantidad de ejemplos que es de todo menos vago, y una clarividencia
que hace que casi 20 años después de la publicación de La
tentación de la inocencia, sus tesis sean cada vez más evidentes.
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lunes, 26 de agosto de 2013
Off-side, de G. Torrente Ballester
Cuando a finales de los
años 60 Gonzalo Torrente-Ballester escribió Off-side la literatura
que más se llevaba era la denominada “social”, ocupada de temas
cotidianos y con una preocupación política que en cierta medida
sacrificaba el aspecto artístico de la literatura en beneficio de un
compromiso histórico. Se trataba de una opción perfectamente
válida, aunque también abundaron casos de oportunistas sin talento
que se subían a la ola. En cualquier caso, la obra de Torrente
Ballester no podía ser más ajena a estas corrientes y en Off-side
demostró con brillantez que desde la pura literatura se puede
reflejar una sociedad decadente y corrupta de manera mucho más
efectiva que desde posiciones dogmáticas.
De hecho, parte de
Off-side se puede leer como una parodia de estas novelas sociales,
pero desde luego no es lo más importante. Desde una posición de
complejidad moral que nada tiene que ver con el moralismo, lo que GTB
retrata es la traición, el engaño y, sobre todo, el
arrepentimiento. A través de unos personajes miserables (en sus
variados sentidos) describe un mundo oscuro y repleto de trampas, en
el que pese a todo puede sobrevivir la honradez. Pero a un precio
muy alto.
La trama caleidoscópica
encaja de un manera prodigiosa. Si en un principio el collage parece
arbitrario, poco a poco las piezas encuentran su lugar y todo se
resuelve de una manera elegante. Pero GTB no se muestra menos diestro
en la redacción de diálogos. Su peculiar método de composición le
permitía recrear unas conversaciones ágiles y agudas que parecen
casi teatrales en su inmediatez, y al mismo tiempo de una altura
intelectual de primera categoría.
Algo grandioso en Off-side
es su descripción del Madrid de la época. A veces GTB se olvida de
sus presupuestos modernistas y se deja llevar por la pura
descripción, casi constumbrista. Los amaneceres y los anocheceres de
la ciudad dibujan un expresionista retrato de una ciudad aborrecible
y embrujadora. GTB recurre de manera magistral a una cáfila de
personajes con unas pocas frases, a unos brochazos sobre las calles
de la ciudad para perfilar un mundo pasado pero todavía reconocible.
Alianza Editorial
jueves, 22 de agosto de 2013
La Buena Novela, de Laurence Cossé
Es difícil imaginar que
una historia como la de La Buena Novela pudiera transcurrir en otro
lugar que no fuera Francia. Solo allí puede ser creíble que la
inauguración de una librería que ofrece únicamente textos de la
máxima calidad tenga una repercusión extraordinaria y provoque no
ya admiración y una legión de seguidores, sino también envidias,
sabotajes e incluso intentos de asesinato.
Es un tópico hablar del
amor por los libros, de la fascinación por los autores, de primero
la lectura y luego ya si eso la vida. Pero Laurence Cossé no tienen
ningún reparo en crear un mundo en el que la literatura es el centro
del universo, y si el lector se deja llevar e interpreta la historia
como lo que es, un cuento de hadas, y no se preocupa por la
verosimilitud, sino por la emoción, tendrá cuatrocientas páginas
de placer cómplice. (Es curioso que en el libro aparezca fugazmente
y casi indisimulada la actriz Audrey Tautou, puesto que a menudo el
tono de La Buena Novela coincide con el de Amélie).
Para estructurar la
novela, Cossé opta por plantear una intriga criminal. Los primero
capítulos son rápidos e intrigantes. Pero pronto se ve que esto no
es realmente lo que le interesa. De hecho, durante una extensa parte
central se olvida por completo del asunto, y cuando lo retome al
final, se nota que no ha puesto demasiado empeño en la resolución:
la trama policíaca es solo una excusa formal que le permite una
escala cronológica.
Lo que realmente le
interesa a Cossé (y al lector), es conocer a esos personajes
dispuestos a dejarlo todo por una pasión loca: la creación de una
librería ideal. Pese a que se trata de un libro en general amable,
el lector se encuentra en no pocas ocasiones discutiendo con sus
personajes. Que si este libro debería aparecer, que si qué hace
este autor aquí, que si cómo me haces esto. Y eso es signo
inequívoco de que Cossé ha logrado lo que pretendía.
Editorial Impedimenta
Traducción
de Isabel González-Gallarza
martes, 20 de agosto de 2013
Memorias líquidas, de Enric González
Puede ser que un libro titulado Memorias líquidas lleve a cierto engaño. Porque en él los fans no encontraran nada sobre la vida personal de González. El escritor está en todo su derecho de seleccionar la parte de su vida que quiere mostrar en público, pero también es comprensible que al leer unas memorias se espere algo más que un relato profesional, especialmente centrado en su trabajo en El País.
En cualquier caso, una vez más, es admirable el tono que González consigue dar a sus relatos. Sus libros se leen como se bebe un buen cóctail, entra fácil y, contra toda precaución, siempre se quiere uno más. Las anécdotas y los retratos de personajes se suceden con una fluidez de quien tiene mucho que contar y sabe como dibujar una escena o caracterizar a una persona en un par de frases.
También es digno de consideración que en una situación personal difícil y con bastante rabia acumulada, González haya sabido controlar sus deseos de venganza, si es que los tuviera, y en su retrato de El País combina una decepción comprensible con una admiración que muchos reveses no han podido borrar. Para nada el libro suena a ajuste de cuentas, al contrario, prevalece el buen ánimo.
Así que nos encontramos con la paradoja de siempre que sufre el adicto. Queremos más, la dosis ha sido estupenda, pero el efecto se nos pasa enseguida. Queremos exprimir al autor, saber más sobre él, que dé más nombres, que se detenga en los detalles. Pero entonces no sería Enric González. Jot Down ya se las apañó para que colaborara con su extraña empresa y ahora ha conseguido que, pese a anteriores manifestaciones, escriba un libro largo. Que hagan lo que sea, pero que nos mantengan el suministro.
Editorial Jot Down Books
Libros para todos
lunes, 19 de agosto de 2013
La Segunda Guerra Mundial, de Antony Beevor
A pesar de su extensión de más 1.100 páginas y de su minuciosidad casi obsesiva, se puede considerar el último libro de Antony Beevor, La Segunda Guerra Mundial, como un resumen. Porque ya hay tanto material escrito sobre este conflicto (el periodo de la historia más documentado, según el propio Beevor) que a estas alturas cualquier intento de condensar esa época corre el riesgo del desbordamiento.
Cabe también la muy valorable opción del libro divulgativo, pero la ambición de Beevor es ofrecer un exhaustivo panorama de la SGM. En realidad, casi cada párrafo del libro daría para una monografía (y de hecho, seguramente exista esta bibliografía... y Beevor la haya consultado). Así que la opción tomada por el autor es no dejar pasar ningún hecho relevante, pero tampoco enfangarse en senderos demasiado concretos.
Reconocemos que la historia bélica no es nuestro género favorito. A menudo nos parece que cae en la rutina y en la descripción por la descripción. A los apasionados de la estrategia y los detalles militares puede apasionarles, pero a nosotros nos aburre fácilmente. Sin embargo, el libro de Beevor aparece como imprescindible para conocer el suceso más importante del siglo XX que todavía sirve para explicar el mundo contemporáneo.
Si Beevor ha alcanzado gran repercusión más allá de los círculos especializados es porque se trata de un gran narrador. Sabe cómo contar una historia sin que el lector pierda la atención, y su apabullante conocimiento de la SGM le da una credibilidad básica para ganarse la confianza. Este libro puede parecer abrumador. Y de hecho lo es. Pero también es perfecto para crearse una imagen general de un periodo tan rico en acontecimientos y tan inconcebible en sus manifestaciones que a menudo resulta imposible aproximarse a él sin perderse en el intento.
Editorial Pasado y Presente
Traducción de Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda
Libros para todos
viernes, 16 de agosto de 2013
Sweet Tooth, de Ian McEwan
Pocas novelas nos parecen
más apetecibles para leer este verano que el último título de Ian McEwan: Sweet Tooth (Goloso). Si los libros de McEwan suelen mantener
un arriesgado equilibrio entre ligereza y capas de profundidad, temas
frívolos y tratamientos descarnados (o temas trascendentes y tono
relajado), su regreso al género de espionaje más de 20 años
después de El inocente es un regalo que no se puede dejar escapar.
Desde la enunciativa
primera frase del libro hasta su brillante final (que, de manera
circular, casi obliga a volver a empezar la novela: lo que sabemos
ahora da una perspectiva totalmente diferente), McEwan comienza a
jugar con el lector. Aunque jugar quizá implique un componente
condescendiente injusto. Porque McEwan es el maestro de la
manipulación, pero nunca hace trampas y las pistas están ahí para
quien esté alerta. Sin embargo, reconocemos que por muy atentos que
estuviéramos, y por muy avisados de las artes audaces del autor, a
nosotros nos volvió a pillar.
Tras unos primeros pasajes
en los que se retrata la vida de Serena Frome (que rima con plume)
una joven inglesa, talentosa pero no extraordinaria, cuando conocemos
su círculo familiar, sus estudios y sus primeras relaciones
amorosas, se llega al meollo de la cuestión: el ingreso de Serena en
el MI5. Hasta aquí todo más o menos esperado. Pero entonces se
empiezan a producir sucesos de difícil explicación y un aparente
progreso en la carrera de Frome que abre unas ricas posibilidades de
intriga y emoción.
Da la impresión de que
McEwan ha disfrutado escribiendo el libro, poniéndose retos y
metiéndose en todos los jardines que le aparecían por el camino. El
lector comparte este regocijo recorriendo una historia que en su
placidez general depara sorpresas a cada vuelta de la esquina. Y hay
romanticismo del bueno, y mucho humor. Vamos, McEwan en su mejor
estado de forma.
Como curiosidad, nos
gustaría señalar que uno de nuestros colaboradores escribió antes
que McEwan una novela titulada El espía abstracto con exactamente el
mismo punto de partida que Sweet Tooth, solo que situando su
escenario en España. Mientras llega la traducción del libro de
McEwan, los interesados en descubrir esta peculiar novela pueden
conseguir una copia a través de Amazon.
Editorial Jonathan Cape
miércoles, 14 de agosto de 2013
Les années, de Annie Ernaux
Cuando a propósito de Nada se opone a la noche hablamos de la nueva vía literaria emprendida por algunos autores franceses en la cual el autor se convierte en protagonista y el proceso de escritura en parte esencial de la trama, no incluimos el nombre de Annie Ernaux. Sin embargo, Ernaux no solo participa en esta “nueva autobiografía” (por oposición tanto a la ya muy desfasada “nueva novela” como a la “autoficción”), sino que es una de las mejores escritoras del momento. Pero por algún motivo que se nos escapa, y pese al buen trabajo de algunas editoriales españolas, como Tusquets o Herce, Ernaux sigue sin tener en España la repercusión que sin duda merece.
Si desde hace ya mucho tiempo todos los libros de Ernaux tienen como tema su propia vida, Les années (Los años) es el que ofrece una visión más amplia, desde los primeros años de vida de la autora hasta la actualidad. Pero no se trata de una autobiografía al uso, todo lo contrario. Para empezar, no está contada en primera persona, sino que la autora utiliza siempre el “ella” o el “nosotros” para referirse a sí misma. Tan esquiva es la captura del “yo”.
Por otra parte, la estructura de la narración también es original. No hay un relato, una construcción dramática y ordenada. Ernaux se sirve de fotos y de algunos vídeos para retratar momentos puntuales de su vida, de esa vida que ve como ajena, pero que también la ha llevado a ser quien es en el momento de la rememoración. Y junto a estos recuerdos completamente personales e íntimos, un relato de lente amplia sobre la historia de Francia desde la Segunda Guerra Mundial. Política, sociedad y literatura van cambiando la vida de Ernaux casi sin que ella se de cuénta. Ni le importe.
Hace falta ser una maestra de la categoría de Ernaux para, con un estilo depurado, sin retórica, limpio de toda literatura, conseguir alcanzar un sentimiento de evocación tan poderoso. De apariencia fría y distante, en realidad el lector queda cautivo de su prosa y a merced de su melancolía seca. Para Ernaux la existencia se dividen entre los momentos en que la vida será y los momentos en los que la vida ya fue. Solo quedan las fotos.
Editorial Gallimard
Libros para todos
martes, 13 de agosto de 2013
Vivir de noche, de Dennis Lehane
Por suerte Dennis Lehane
es bastante prolífico y nos ofrece una nueva novela aproximadamente
cada dos años. Porque si ya teníamos adicción a las novelas de
Kenzie y Gennaro, ahora parece que tenemos una nueva dependencia con
la familia Coughlin. Así, Vivir de noche, su última novela, retoma
la época y algunos personajes de Cualquier otro día, pero esta vez
centrándose en Joseph, el hermano menor de los Coughlin.
Si Danny, el protagonista
de Cualquier otro día, era un héroe complejo pero determinado a
hacer el bien, en el caso de Joseph su moral es todavía más difusa.
El se cree un fuera de la ley, pero en realidad tiene que actuar como
un auténtico gánster. Cree mantenerse fiel a un código de conducta
propio, que no es el mismo que el que impone el poder político o
social (cuya corrupción lo ilegitima), pero en realidad para seguir
con vida, o tan siquiera para mantener su nivel de vida, tiene que
transigir y convertirse en lo que más odia. Caiga quien caiga.
Pero no estamos ante uno
de esos libros sobre gánsteres de buen corazón. Sobre personajes
con buen fondo que se extravían por el camino y acaban redimiéndose.
Tampoco la historia de amor central de la novela cae en el
estereotipo de los jóvenes salvajes. Lehane tiene el talento
literario y el dominio de la escritura necesarios para mantener el
pulso de la narración en una constante tensión y a la vez
enriquecer el dibujo de sus personajes gracias a su magistral uso de
los diálogos y a un prodigioso ojo para los detalles.
Quizá el único problema
de Vivir de noche sea precisamente Cualquier otro día. Son dos
libros independientes que se pueden leer por separado sin ningún
problema. Pero Cualquier otro día es una de las mejores novelas de
las últimos años, y aunque Vivir de noche mantenga un nivel que ya
quisieran para sí la mayoría de los escritores actuales de novela
negra, no tiene la misma ambición, el aliento épico de su hermana
mayor. Pero lo mejor es olvidar esta innecesaria comparación y vivir
la novela.
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