viernes, 24 de enero de 2014

Ancho Mar de los Sargazos, de Jean Rhys


Hace falta mucho tesón para perseverar durante más de 30 años en el oficio de la escritura sin obtener ninguna recompensa. Jean Rhys no parece una persona especialmente estable y su durísima vida desde luego no le propició el mejor ambiente para escribir (aunque, sin duda, sí la materia prima necesaria para hacerlo con profundidad y perspectiva). Por eso no deja de ser admirable su constancia, que finalmente, como en una novela, le traería el fenomenal éxito de Ancho Mar de los Sargazos.

Si toda la bibliografía de Rhys es autobiográfica, Ancho Mar no lo es menos. Y eso que se trata de una renovada visión de Jane Eyre centrándose en el personaje de Bertha (aquí Antoinette) y un Rochester muy diferente al que conocíamos. Pero la experiencia de Rhys, su infancia en las Antillas, su problemáticas relaciones personales y su visión desencantada del mundo están presentes en cada página.




No se trata, pues, de un juego metaliterario. Las novelas que adoptan a personajes de clásicos para darles una nueva vida no suelen funcionar por lo que este juego tiene de falso, de impostado. Pero si Rhys triunfa es porque se toma su tarea totalmente en serio. Conoce a la perfección Jane Eyre, pero solo para poder dejarla aparte. Su historia es totalmente diferente. Sentida, personal, enrabietada.

Como explica Mª José Coperías en su presentación, Ancho Mar puede ser interpretado de numerosas maneras: desde la óptica de la literatura poscolonial a la revisión feminista. Pero esos temas, muy interesantes, entran dentro de la órbita del especialista. Lo que el lector se encuentra es un drama íntimo, escrito con una maestría serena, abierto a multitud de lecturas. Todo lo que se nos cuenta está como velado, siempre parece que hay algo detrás que no se nos ofrece a las claras. Cada personaje da su propia versión, incompleta y sesgada. Como en las mejores novelas, es tarea del lector completar el trabajo. Ya nunca leeremos Jane Eyre de la misma manera.

Editorial Cátedra
Traducción de Elizabeth Power

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